Madre Candelaria de San José
MADRE CANDELARIA DE SAN JOSE
Nació en Altagracia de Orituco, estado Guárico, el 11 de agosto de 1863 en un hogar cristiano y piadoso. Su nombre era Susana Paz Castillo Ramírez, hija de Francisco de Paula Paz Castillo y de María del Rosario Ramírez Pulido. Fue la tercera de los cuatro hijos de la familia.
Su abuela paterna fue Doña Candelaria Pérez y Bolívar, prima hermana del Libertador, señora muy piadosa y caritativa. También los Paz Castillos se distinguieron en las guerras de emancipación. Radicados en todo tiempo en la parroquia de La Candelaria de Caracas, abandonaron la ciudad en junio de 1814, cuando se acercaba a ella Boves, radicándose en Aragüita.
Francisco de Paula, el padre de Susana, se estableció en Altagracia de Orituco, ejercía como médico a basa de hiervas, era estimado como un hombre caritativo y digno de confianza. Murió el 23 de noviembre de 1870, cuando Susana tenía apenas 7 años de edad. Cuando tenía 24 años, muere su madre, Doña María del Rosario, quien le confió el cuidado de su hermana pequeña, Carmela y a sus ahijados; con ello Susana queda convertida en ama de casa.
Susana se forma, se educa, en medio de un escenario de acontecimientos que corresponden al más agitado y dramático de la historia del país. En todas partes se vive una serie de revoluciones marcadas por el trastorno y desolación, mientras que en Caracas se lucha por el poder. No valían los principios cristianos y de hermandad, la guerra civil se imponía sin más argumento que la sangre o las llamas1.
Altagracia de Orituco, situada en la región central del país, fue un punto de confluencia de las tropas de la “Revolución Libertadora” para atacar a la Capital, donde residía Cipriano Castro.
Allí estuvieron 6000 hombres durante 6 meses viviendo de los recursos de la zona, que la dejaron sumida en la miseria2. Después de la derrota quedó un número incontable de soldados heridos, enfermos, hambrientos, tendidos en plazas y calles.
Susana no era indiferente a las necesidades de su tiempo, desde muy temprana edad se dedicó a ayudar a los heridos, desamparados y ancianos.
Son varias las personas que testifican que comenzó a trabajar con los enfermos recogiéndolos de las calles y campos, cuidando de ellos en su misma casa, luego, improvisó un hospital en un edificio destartalado que había junto a su casa. Con su padre aprendió a emplear las hierbas como medicina para hacer pócimas; también aprendió a curar heridas y a arreglar huesos.
Un día a la semana salía de casa en casa pidiendo ropa, medicinas, alimentos para sus enfermos, que cuidaba, curaba y alimentaba. Una señora le daba unas lonas en que llegaba la mercancía, y Susana las utilizaba en hacer catres para acostar a los heridos.
En una oportunidad, le tocó curar las heridas al Padre González3, su párroco, el mismo que había establecido la institución “El pan de San Antonio”; y viendo él como andaba de un lado para otro atendiendo a los enfermos, pues ella misma, les hacía de comer, les lavaba las ropas y les ligaba las llagas, le reprendía aquellos excesos con estas palabras: “Niña, pero déjate de tantas cosas. Si tú no puedes ni contigo; no tienes recursos para ti, cuanto menos para hacer tantas cosas, ¿Con qué piensas sostener esa gente?”4… Susana parecía que era un poco terca en el asunto, buscando enfermos sin poder atenderlos; pero es que, para ella, “cada herido era un cristico”5.
Susana oraba con frecuencia ante el Santísimo cuya lámpara cuidaba. También sentía una gran devoción a la Virgen de la Candelaria, y muchas veces se le vio orando arrodillada brazos en cruz, frente a la imagen que había sido legado de sus antepasados. Por eso cuando se consagra a Dios, toma el nombre de Madre Candelaria.
Tres cosas se admiraban en ella, su alegría, su humildad y su inagotable caridad. De una gran sensibilidad ante la desgracia ajena. Parece que Dios la hubiera dotado de un carisma especial para cuidar y curar los enfermos. Incluso al Padre González, le salvó la vida curándole una herida de la pierna izquierda, que se le estaba gangrenando.
Personalmente, Madre Candelaria, solo le pedía al Señor poder morir con el nombre de Jesús en sus labios, y así fue: el 31 de enero de 1940, pronunciando por tres veces el nombre de Jesús, entregó su alma al Creador.
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1 Este período histórico corresponde a la guerra federal (1858-1869) y el gobierno de Guzmán Blanco (1870-1888)
2 El Pbro. Alberto Laya, testigo ocular de lo sucedido en Altagracia, dice: “Los resultados fueron devastadores.
Aquella guerra destruyó cuanto había en la región. Se cometieron fechorías, atropellos, desolación y ruina
completa”. (Testimonio I; testigo 3)
3 Pbro. Dr. Alberto González, fue secretario del Arzobispado, Canónico y Vice-Rector del Seminario, en los tiempos de
Mons. Guevara y Lira. Toma posesión de la Parroquia de Altagracia el 8 de septiembre de 1879. Desde entonces,
será el guía espiritual de Susana, hasta el 11 de noviembre de 1902, en que muere el Padre, de un ataque cerebral.
4 P. Pablo Mª Casadevall, Ejemplos y Enseñanzas, Editorial Claret, Barcelona 1976, p. 31.
5 Madre Candelaria de San José Paz Castillo, artículos para el Proceso de su Beatificación y Canonización, p. 75.